Paola Edith - Capítulo 11: Selvadorada


Capítulo 11 

Selvadorada





Martes 9 de febrero, por la tarde 



Querido diario:

¡Aquí estoy! Ahora sí te lo contaré todo. 
Como te decía esta mañana, al llegar comimos algo en la plaza central, paseamos un poco y luego fuimos a la casita que Akira había alquilado. Madera, piedra, tejidos… ¡una calidez extrema! Solo con cruzar la puerta y desparramarme en el sillón de la sala me sentí como dentro de una gran burbuja que me protegía de las preocupaciones. 
Habíamos comprado algunas cosas en el mercado para hacer la cena nosotros mismos, y ya era algo tarde, así que apenas llegamos cocinamos y cenamos afuera, lo cual no fue una idea del todo emocionante por la cantidad de bichos que nos atacaron…



Quisimos ser tolerantes y vivir también esa experiencia, pero cuando llegaron los murciélagos decidimos que tampoco era necesario fingir que todo era perfecto, así que nos metimos a la casa para ver una película. 


¿Recuerdas cuál era mi miedo sobre el viaje, verdad? Pues, a medida que la noche se acercaba se acrecentaba también ese miedo. Al llegar ya había notado que solo había una cama en la casa, y por más que disfrutara de la cena (con bichos y todo) y de los sonidos y el aire de la selva, no podía dejar de pensar en eso. Así que al terminar la película le dije a Akira que fuera a ducharse él primero, en parte porque había elaborado un plan y en parte para evitar que tuviera la idea de ducharnos juntos. Cuando entré más tarde yo a la ducha, tardé más de lo acostumbrado, esperando que el cansancio lo venciera y se quedara dormido. Tuve suerte y funcionó, pero aun así me daba algo de vergüenza acostarme a su lado… Así que me senté en la sala e intenté ver otra película, pero pronto sentí que no podía mantener los ojos abiertos y tuve que tomar coraje.



Quizás estarás pensando que podría haber dormido en el sillón, de hecho yo también lo pensé, pero me daba más vergüenza que me encontrara allí en la mañana que dormir con él. Me basta con saberme una adolescente inexperta a su lado, no necesito también hacer algo así para recordárselo. Nunca he logrado quitarme el miedo que me produce su experiencia. A pesar de que él no demuestra estar juzgándome por mi inocencia, yo siento una presión constante por cumplir con sus expectativas. 


La noche del sábado transcurrió en paz. A parecer estaba tan cansado que ni siquiera notó cuando me acosté, y ni me abrazó para dormir. Debo reconocer que me hubiese encantado, pero tampoco hubiese sido capaz de mantener a raya esa situación y que no pase de un abrazo, así que al final fue mejor. 
La mañana del domingo desperté al oír la puerta. Akira no estaba en la cama. Me levanté y salí para ver si estaba en el patio, pero lo vi alejarse de la casa con su uniforme de trabajo. 
Juro que creí que me estaba abandonando… pero luego vi que su mochila seguía en la casa y que había dejado una nota sobre la mesita de la sala. Debía ir al pueblo por una reunión con un cliente, y no quiso despertarme porque solo sería una hora “y me veía muy bonita dormida”. Eso me hizo pensar… ¿habré roncado?, ¿me habré dormido con la boca abierta?, ¿¿¿se me habrá escapado algún gas??? ¡Qué horror! No quiero recordarlo porque me vuelve a preocupar. 

Me vestí y decidí preparar algo para el almuerzo mientras me tomaba un rico té de hierbas que compramos en la plaza central. Akira llegó casi a mediodía, justo para comer.




Durante el almuerzo no se habló de la noche anterior, solo me ofreció una disculpa por no haber aguantado despierto mientras me duchaba. Le respondí que no debía disculparse por eso, ambos estábamos muy cansados, y luego cambié de tema y hablamos sobre la reunión con su cliente. Ahí fue que me enteré que él debía hacer ese viaje de cualquier manera, no que lo había organizado para nosotros, simplemente se le ocurrió invitarme. Eso me tranquilizó un poco. También recordé la charla con Miko sobre confiar en sus buenas intenciones. 


Por la tarde visitamos un museo y seguimos conociendo el lugar. La verdad, Selvadorada no me decepcionó, todo lo contrario. A excepción de todas las picaduras que me he traído de regreso, lo demás fue maravilloso.








Y luego se volvió a hacer de noche… y con ella volvió el miedo. Luego de cenar nos sentamos a ver una película en la sala, y beso va, beso viene, sentí que debía hacer algo. En milésimas de segundos se me pasaron mil cosas por la cabeza. Hasta ese momento no había tomado una decisión, porque si bien confiaba en las palabras de Miko, también estaba en un conflicto conmigo misma. Aquella idea de “esperar al indicado” me hacía mucho ruido cuando la combinaba con Akira, porque él no era cualquier chico sino un adulto independiente, responsable, y al final de cuentas siempre llegaba a la conclusión de que no tenía sentido que estuviera conmigo solo por jugar. Él podría tener a su lado a cualquier mujer, sin embargo allí estaba, en medio de la selva con una adolescente que a duras penas estaba aprendiendo a valerse por sí misma.


Pensé, sinceramente, en dejarme llevar, pero no puedo explicarte todas las sensaciones que tuve en el estómago en ese momento. Me invadió el pánico, y supe que no venía por parte de mi compañía sino del hecho de sentir que no estaba lista. 
Entonces tomé coraje, lo aparté dulcemente, y me sinceré con él. Las manos me temblaban. Las manos y luego todo el cuerpo; de hecho casi me puse a llorar. No sabía bien cómo decirlo, así que simplemente le solté un “no estoy lista… ¿sí me entiendes?”, y luego creo que balbuceé algunas sandeces de puros nervios, porque ni siquiera las recuerdo.


Lo que sí recuerdo es que Akira sonrió, me pidió que dejara de hablar, y simplemente dijo “no tienes ninguna obligación conmigo, y no estaré feliz si tú no lo estás, ¿cuál sería la gracia?”. Luego me abrazó, me ofreció hacer un té de hierbas para ambos, y dijo “te quiero” por primera vez. 

No tengo palabras para describirte ese momento. Me llamaré al silencio para simplemente recordarlo y volver a sentirlo.



Esa noche dormimos frente a frente, tomados de la mano. Estuvimos charlando hasta que el primero en dormirse dejó de responder; no recuerdo quién fue, solo recuerdo que desperté sonriendo y sintiendo que Akira es “el indicado”.






Comentarios

  1. awwww que tiernis, me alegra montón por Edith *-* que alegría que se olvidó del tonto de Justin :)

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