Capítulo 10
Últimos días de ocio
Martes 9 de febrero, 4 AM
Querido diario:
Estos últimos días no estuve mucho en casa, quise aprovecharlos al máximo, por eso me puse a escribir recién ahora. ¡Tengo cosas que contarte!
¿Recuerdas que iba a ir de compras con Miko? Pues, fuimos a un lugar llamado Grunis & Jeans en Magnolia Prominade, pero primero pasé a buscarla por su departamento.
Tenía tanto miedo de cruzarme con Darling, que casi golpeo a la puerta de Akira… Quizás eso de que rindo más bajo presión no es tan cierto. Por suerte una alarma interna me advirtió del peligro a tiempo.
Quién sabe por qué tendremos esas actitudes autodestructivas a veces. Me ha pasado de saber que algo iba a terminar mal y de cualquier manera lo hice. Se sienten voces dentro de tu cabeza «¡NO! ¡NO LO HAGAS!», pero uno sigue avanzando y lo hace. ¿Será biológico? ¿Seremos autodestructivos por naturaleza?
Recuerdo que una vez, en segundo de secundaria, me quedé en blanco frente a un examen de matemáticas. No sé qué me pasó, porque estaba muy preparada y segura de mis conocimientos, pero al hacer los ejercicios comencé a dudar… Los veía resueltos y pensaba «Esto no está bien», pero aun así algo me empujó a entregar el examen. De hecho recuerdo que al entregarlo le dije a la profesora “Sé que no está bien, pero bueno, ya está…”. Ella se quedó mirándome y me preguntó si no quería darle una última revisión, y las voces en mi cabeza decían «¡SÍ! ¡ARRÉGLALO!», pero yo respondí que no.
Por suerte tenía notas altas en otros exámenes y en los dos trimestres anteriores, porque el error que cometí fue garrafal. La profesora habló conmigo el día que me entregó la nota, creyó que tendría algún problema fuera del colegio porque no podía creer que hubiese hecho el examen tan mal. Yo era una de las que ayudaba a mis compañeros en clase, incluso fuera de ellas, y ella lo sabía. No supe decirle, en aquel momento, qué me sucedió, y aún hoy sigo teniendo esa duda.
En fin…
Miko fue quien sugirió ir a Grunis & Jeans. Dijo que allí podría encontrar tanto ropa formal como informal, siempre juvenil. Y tenía razón, porque me costó mucho decidirme.
Al final compré tres conjuntos, y no gasté tanto dinero como pensaba. Miko dijo que el local tenía su propio taller de confección, y por eso no necesitaban vender la ropa tan cara. El único problema era que podía cruzarme en la calle con más de una persona vestida igual que yo, pero no es algo que me importe en lo más mínimo, así que estoy muy feliz con mi compra.
Antes, mientras esperábamos que un vestidor se desocupara, nos servimos un café de una máquina de expresos que había en el local (de esas que funcionan con monedas) y nos sentamos a charlar. Necesitaba hablar con ella sobre mis dudas con el viaje a Selvadorada.
Miko no se sorprendió al saber que yo aún no había tenido relaciones, supongo que se nota desde lejos, sobre todo si el observador es una chica como ella, de ciudad y tan abierta a todo. Hasta me dijo que había estado a punto de preguntarme si necesitaba hablar sobre el tema.
No sentí vergüenza al hablar con ella, Miko me inspira mucha confianza, pero también es de hablar un poco alto. Tuve que llamarle la atención varias veces para que el resto de los compradores en el local no se enteraran de mi vida íntima.
Miko cree que Akira no tiene malas intenciones conmigo. De hecho me contó que varias veces lo ha escuchado discutir con Darling por mí y que él me defiende a muerte. Me aconsejó que hiciera lo que realmente deseara en el momento, porque estaba segura de que él me entendería y respetaría, fuera cual fuera mi decisión.
Lo que me preocupó un poco fue aquello de que sigan las peleas entre Akira y Darling por mi culpa, no me siento cómoda al saber que le estoy generando un conflicto a la familia. Darling no tiene a nadie más en el mundo y no se siente bien estar haciéndole tanto daño.
Por otro lado, su planteo es infantil y no tiene argumentos, yo no estoy “robándole” a Akira. ¡Es tan difícil saber qué hacer para solucionar las cosas!
En fin, la cuestión es que la conversación con Miko me tranquilizó por un lado, pero me preocupó por el otro…
El sábado por la mañana, Akira pasó a buscarme para nuestro fin de semana en Selvadorada. El viaje nos llevó unas cuantas horas, pero aprovechamos a dormir para llegar bien descansados.
Selvadorada es famosa por sus ruinas, templos y lugares ocultos en plena selva, y aunque nuestras intenciones no eran aventurarnos a ser el almuerzo de arañas y otros tantos bichos, teníamos pensado al menos caminar un poco para conocer el lugar y sus costumbres.
Lo primero que hicimos al llegar fue dar una vuelta por los alrededores para tomar unas fotos, luego fuimos a la plaza central (donde se puede ver una estatua de la Madre cosecha rodeada de puestos de comidas típicas y productos necesarios para la exploración de la selva) a comer algo rico, y después fuimos a instalarnos en la casita que Akira alquiló para los dos.
¡Uy! ¡Mira la hora que es! ¡Tengo que ir a la cafetería! Prometo que al regresar sigo contándote sobre nuestro viaje, porque mañana es mi primer día en el teatro y no sé yo cómo manejaré mis tiempos de ahora en más. Ya me conoces… ¡puedo desaparecer por meses si las responsabilidades me atrapan!
me quedé con ganas de saber si Akira le pidió algo o al menos lo insinuó, supongo que nada xD
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