Capítulo 8
Stand by
Domingo 31 de enero, 7:30PM
Querido diario:
Aún no tengo noticias sobre la presentación, pero lo que sí tengo es mucho tiempo libre. Como ahora ya no voy al colegio ni practico tan duro con el piano y la guitarra, me sobran horas del día que no sé cómo llenar.
Lo único que hice este fin de semana fue ir a San Mishuno a ver a Akira, pero no estuvimos en su departamento porque al parecer Darling me ha declarado la guerra.
Akira me contó que le hizo un planteo bastante ilógico sobre estar descuidándola desde que sale conmigo. Dice que hasta amenazó con denunciarlo por no hacerse cargo de ella como corresponde.
Él dice que son cosas de la edad, que él también fue algo rebelde en su adolescencia. La verdad es que yo no sé mucho sobre eso, supongo que mi adolescencia pasó desapercibida en ese plano porque nunca se me ocurrió reclamarle a mi abuela que estuviera poco tiempo en casa. Yo sabía que ella estaba cuidando a personas que la necesitaban mucho más, ella siempre fomentó mi independencia. Quizás Akira no ha sabido inculcarle eso a Darling, o tal vez ella no desea ser independiente… quién sabe.
La cuestión es que ya no soy bienvenida en su departamento.
Es raro, porque ella fue a mi cumpleaños y parecía estar todo muy bien. Incluso él me había contado que las cosas habían mejorado un poco luego de un par de visitas a la psicóloga, pero parece que el efecto duró poco.
En fin. Es difícil saber lo que pasa por la cabeza del otro. La abuela siempre decía que al mundo le hacía falta mucha empatía y yo creo que tenía razón. Recuerdo su enorme sonrisa al regresar del hogar de ancianos donde colaboraba, su pasión al hablar de un mundo sin hambre ni pobreza, la recuerdo llevando en su cartera una bolsa con alimento para todos los perritos callejeros que encontraba en su camino al trabajo, la veo también tejiendo mantitas y escarpines para los recién nacidos del hospital y bufandas para los niños del hogar… Pensando en eso me duele un poco que Darling no se dé cuenta de la suerte que tiene al tener a Akira a su lado y veo en los ojos de él el dolor al contarme sobre sus discusiones. Pero no puedo hacer mucho por ellos, solo esperar que con el tiempo ella se dé cuenta sola de la realidad y darle a él todo mi apoyo.
Así que bueno, como no puedo ir al departamento nos encontramos directamente en la plaza. Justo ese día había un festival, así que el lugar estaba muy concurrido. Aprovechamos a perdernos entre la gente, comer algo rico, ver artistas callejeros y disfrutar de los fuegos artificiales, no sin antes pasar por el bar de karaoke que está en frente. Nos quedamos hasta que todo el mundo se fue y volví a casa de madrugada.
Fue un hermoso día de descanso y buena compañía, algo que necesitaba para relajarme un poco.
San Myshuno es una ciudad muy bonita y cultural, a donde mires encontrarás arte y tradiciones. Todo es muy colorido y luminoso, y su gente parece tener un estilo propio a la hora de vestirse, algo que los convierte, muchas veces, en parte del paisaje, como si la ciudad y ellos fueran una sola cosa.
Es muy diferente a Willow Creek. Aquí la gente no parece tan alegre y en las calles reina, mayormente, el silencio. Eso no significa que no seamos felices, es solo que la diferencia es notoria; San Myshuno parece “vivir de fiesta” mientras que aquí vivimos tranquilos, sin grandes sobresaltos.
Yo no sé si sería capaz de vivir allí. Me gusta mucho ir de visita de vez en cuando, pero pasadas unas cuantas horas empiezo a desear volver a la tranquilidad de mi barrio, al canto de los pájaros y al sonido del viento entre las ramas de los árboles, a los amaneceres que ningún edificio me bloquea, y al traqueteo del viejo tren de carga que pasa cerca de casa. Amo la música y, aun así, muchas veces prefiero el silencio para disfrutar de todo eso.
Muy cerca de casa hay un árbol grande con leyenda propia. Dicen que si lo tratas bien y hablas con él, te dejará pasar a través de su corteza hacia un valle mágico escondido. Dudo que sea verdad, pero es una bonita historia… Creo que con todo el tiempo libre que tengo hasta podría contártela un día de estos.
Puedo ver el gran árbol desde la ventana de la cocina. Está solo en medio de un parque verde y fresco, algo que es muy difícil encontrar en una gran ciudad como San Myshuno.
Sobre mí no tengo mucho más para contarte... Hoy dormí hasta tarde (algo que también necesitaba), luego hice los quehaceres, me di una ducha, ahora voy a preparar algo de cenar, y ya mañana vuelvo a la rutina de la cafetería. Espero recibir pronto noticias sobre la presentación, porque tener tanto tiempo libre hace mis días larguísimos, y si resulta que no consigo el puesto en la compañía quisiera empezar a buscar otro trabajo.
Mañana llamaré a Jhonny o a Joaquín para ver si hay noticias, porque Judit otra vez está de viaje.
que linda la abuela, empatía... yo creo que con tener sentido común ya es una ganancia.
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