Paola Edith - Capítulo I: Una hoja en blanco



Capítulo I 

Una hoja en blanco




Jueves 23 de julio, 4AM. Parece que habrá sol. 


Querido diario:


Lo del sol lo digo porque queda bonito, la verdad es que aún es de noche y estoy jugando a adivinar sin siquiera ver el cielo. Ojalá pase pronto este año para poder renunciar a este trabajo de medio tiempo y conseguir uno de tiempo completo, uno que no me haga levantarme en plena noche. Ya sabrás que me aferro a cumplir un sueño y es por eso que tolero lo que sea, pero desear dormir un poco más no me hace menos humana, ¿cierto? 

A pesar de que confío en que realmente hoy habrá sol, siento en los huesos que también hará mucho frío. Este invierno ha venido recargado, me cuesta salir de la cama, ¡se está tan bien envuelta en las cobijas que tejía la abuela! 

Hoy también me toca a mí preparar el desayuno. Antes yo me encargaba los fines de semana, pero sin la abuela ya no puedo esperar abrir los ojos y encontrar el vaso de leche y los cereales junto a la cama antes de ir a clases.


Pero bueno, basta de quejas y de tentar a la tristeza, que también quiero contarte cosas buenas, ¡y muy buenas, por cierto! Ayer en la tarde, al salir del colegio, le he pedido a Anika que me acompañe a la librería y me he comprado un libro para aprender a tocar guitarra. La chica de la librería me ha dicho que es el mismo que han comprado muchos principiantes autodidactas, así que espero poder sola con esto, porque de verdad me es imposible ahora pagar por clases. ¿Comprar una guitarra? ¡Menos! Al menos no hasta que esté un poco más segura de mis habilidades. Si al leer el libro no entiendo ni jota, quizás sea porque debería probar con otro instrumento más sencillo… una pandereta tal vez. ¡Es chiste! Sé que podré, pero igualmente tendré que esperar para comprarla, sobre todo porque no tengo el dinero (debería haber empezado por ahí). 


Hablando de Anika… Este último tiempo nos hemos acercado mucho y ha estado siempre a mi lado desde que la abuela se fue. Nuestra amistad se fortalece día a día y no dudo de sus sentimientos hacia mí, sin embargo hay algo que no deja de molestarme cuando estamos juntas. Tengo la sensación de que esconde algo, de que hay maldad detrás de su sonrisa. A veces noto que me mira sin mirarme, como si pensara en otra cosa en segundo plano, en algo que a ella misma le hace daño pero es incapaz de traducirlo y sacarlo en formato de palabras. No me atrevo a preguntarle, la verdad es que me causa temor. La quiero y sé que ella a mí también, pero a la vez siento que si un día la invitara a quedarse a dormir podría acuchillarme mientras duermo… Ojalá esté equivocada, o si no lo estoy espero que algún día confíe en mí lo suficiente como para contarme lo que le sucede.


¿Qué más puedo contarte hoy? ¡Ah, sí! Ayer en la tarde ha venido Justin otra vez. Llegó justo cuando regresábamos con Anika de la librería. Me ha contado que ahora tiene todas las tardes libres y se ha ofrecido a venir a ayudarme con las tareas del colegio y a hacerme compañía. Dice que no quiere que esté sola porque al perder a un ser querido no es bueno estarlo. Tal vez tenga razón, cuando todos se van es cuando me invade la tristeza, así que he aceptado la propuesta. Espero que los vecinos no piensen que tengo algo con él, es bastante mayor para mí y hasta podrían denunciarlo, cuando la pura verdad es que es para mí casi un padre más que un amigo. No ha dejado de interesarse por mi bienestar desde que la abuela no está, y es agradable tener a un adulto cerca porque me recuerda que aún soy una simple adolescente y que no está mal pedir ayuda de vez en cuando. 



Creo que por hoy no tengo nada más que contarte, y además ya casi es hora de ir a trabajar. Volveré cuando suceda algo interesante, ¡y ojalá que sea bueno!






Comentarios