Capítulo 4
Una pausa obligada
Jueves 29 de octubre, 4AM
Querido diario:
Primero que nada: ¡perdón!, llevo mucho tiempo sin escribir. Pero quiero que sepas que la culpa no ha sido del todo mía.
La semana siguiente a la última vez que escribí, te busqué por toda la casa para contarte algo y no pude encontrarte. No estabas en el cajón, en la mochila del colegio, en el armario… te busqué hasta en la cocina y en el baño. Te juro que te busqué durante días, hasta terminar llorando.
Lo primero que pensé fue que te había dejado en el colegio sin querer o que alguien te había sacado sin permiso de mi mochila, pero al pasar días sin recibir noticias de algún estudiante bromista que repartiera tus páginas por los pasillos, descarté la idea. Así que pensé en alguna de las personas que vienen a casa, en mis amigos. Eso me dolió mucho, pero no encontraba otro motivo que no sea el robo para tu desaparición… y desgraciadamente tenía razón. ¿Adivinas quién fue? Pues sí, ha sido Justin.
Ayer ha venido a verme después del colegio, estábamos en la habitación porque quería mostrarle algo de lo que te contaré después y de pronto me dijo “voy al baño”, pero justo se me dio por bajar tras él y lo he visto ponerte disimuladamente en la biblioteca. El creyó que yo estaba distraída, pero lo vi, esperé que regresara y tuve el coraje de preguntarle por qué lo había hecho. ¿Sabes qué respondió? Que había querido hacerme un chiste y luego había olvidado devolverte… De verdad no quise gritarle como lo hice, pero tampoco esperaba que el reaccionara de esa manera. Me ha dicho tantas cosas que aún no puedo procesarlas, y tengo una sensación horrible en el pecho, como si estuviera a punto de estallar.
De pronto me entero de que soy una mala persona, una desagradecida, una engreída, que quiero ser el centro de todo y que no me importa lo que le pase a los demás. Casi no he dormido pensando en eso… ¿acaso lo soy y no lo he notado? ¿O es que las chicas tenían razón y Justin esperaba otro tipo de agradecimiento?
Me duele mucho pensar en todo esto, estoy confundida, y todo lo bueno que me ha sucedido en este último tiempo se opaca con esta situación. Tengo mil cosas que contarte pero no creo poder hacerlo ahora, la verdad es que me siento muy mal por lo sucedido con Justin. Creo que voy a ir a trabajar, al colegio, a hacer algo que me distraiga en la tarde y luego, más tranquila (espero), volveré a escribir.
Más tarde, en la noche, no sé bien qué hora es
¡Hola otra vez! Me hizo bien salir un poco y dejar de lado las responsabilidades, así que aquí estoy, dispuesta a contarte algo de lo sucedido en este tiempo.
A grandes rasgos te diré que las cosas están saliendo bien (excepto por lo que te conté esta mañana) y que finalmente ¡he podido comprar la guitarra!
Ya me sé una canción completa que me enseñó Sofía y hace un par de semanas la acompañé a la ciudad a tocar por monedas. ¡Me gané unas cuantas! Aunque también he visto que algunos me hacían caras raras. ¿Será que los que me las dejaron lo hicieron por lástima? Jaja… En fin, sé que aún me falta muchísimo por aprender, pero Sofía me está ayudando mucho y no me está costando tanto como creía.
Ese día conocí a Yhonny. Él trabaja en el espectáculo y luego de oírme tocar se acercó a hablarme. Me dijo que volviera la semana siguiente para presentarme a una compañera de trabajo porque ambos estaban buscando “sangre nueva”. Si bien él no está en un puesto alto, me dijo que sabía que su jefe estaba buscando incorporar gente y que se ganaría unos puntos con él si yo me presentaba en su nombre. Le dije que no sabía si podría cumplir con los horarios porque aún estaba es el último año de secundaria, pero dijo que no me preocupara, que se estaba planificando la incorporación de más personas a la compañía para principios del año entrante.
¡Estoy tan emocionada! Pero también muerta de miedo… Me da terror no poder cumplir con el trabajo.
El fin de semana siguiente volví a la ciudad y conocí a Judit, compañera de Yhonny. Ella me dijo que veía potencial en mí y que confiaba en el instinto de Jhonny, y me aconsejó prepararme muy bien en guitarra y canto para hacer una presentación a su jefe a mediados de enero. También me preguntó si sabía tocar el piano, dijo que tenía entendido que uno de los concertistas de la compañía pensaba volverse independiente de aquí a un año, cuando terminara con la gira con la que se había comprometido. ¡Tendré que comprarme un piano! No puedo desaprovechar esta oportunidad.
También me dio la dirección de otro de sus compañeros, Joaquín. Al parecer, según lo que me comentó él a mitad de semana (cuando fui a verlo), la idea es renovar a varios integrantes de la compañía que no se toman en serio el trabajo. Dice que en los últimos dos años han entrado unos 36 aspirantes sin ambición alguna (más que la de ganar dinero sin esfuerzo) y poco a poco les están dando salida.
Joaquín tiene apenas 20 años y me ha caído muy bien, ¡hasta jugamos futbolín! Dijo que me va a encantar estar en la compañía, que tienen un teatro hermoso con un escenario enorme y que el jefe es muy buena gente.
En fin, tendré que ponerme a estudiar con todo y prepararme muy bien para mi presentación en enero, ¡estoy temblando desde ahora!
Ahora tengo que hablar con Sofía y preguntarle si quisiera que la recomiende. No me animé a comentarles sin consultar antes, ya que quizás la compañía no sea precisamente algo que la mantenga en el anonimato como ella desea. Ojalá me diga que sí, sería genial que pudieramos recorrer ese camino juntas.
Y bueno, respecto a Justin, he hablado con las chicas esta tarde y decidí que dejaré pasar el tiempo para ver lo que sucede. Quizás recapacite y me pida disculpas o desaparezca de mi vida para siempre. De cualquier manera, y en esto tiene razón Miko, me sería difícil confiar en él como antes, así que quizás lo mejor sea cortar con nuestra amistad aunque hablemos sobre lo ocurrido.
Ya me voy a dormir, que mañana trabajo. Prometo contarte el resto este fin de semana. Ahora te esconderé donde solo yo pueda encontrarte.
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