Carolo volvió a casa con la idea de organizar una cena para Margarita, tenía también intenciones de comprarse algo de ropa y contactar a la esteticista por el tratamiento contra el acné, pero vio que su jardín necesitaba atención y tuvo que posponerlo. Luego tuvo la mala suerte de que el lavabo del baño se averiara y de recordar que tenía tareas del trabajo. Viendo que no iba a poder suceder ese mismo día, creyó que era mejor esperar al sábado... ¡pero Margarita fue la que no pudo esperar!
¡Por supuesto Carolo aceptó! ¡Y el hecho de que ella fuera la que lo invitó le dio más coraje!Al principio intentó ser galante como siempre, haciéndole cumplidos, haciéndola reír (es bella cuando se ríe, más bella que de costumbre, lo dice Carolo).
...pero era hora de poner las cartas sobre la mesa y sellar todo. Así que Carolo soltó un —Margarita, ¿querés ser mi novia? —super kamikaze, porque no sabía si Margarita estaba lista para una relación seria. Pero la subestimaba, como todos nosotros, ¡porque Margarita aceptó encantada! Y ahí nomás, sin pensarlo demasiado, Carolo le robó su primer beso, con el pecho y la cara ardiendo de vergüenza.
¡Aaah! ¡El amor! ¡Como quema, duele y da placer la mismo tiempo!
Después de ese beso, Carolo sintió que el pecho se le vaciaba de golpe, se sintió relajado y feliz, y disfrutó del resto de la cita con un 70% menos de vergüenza... bueno, quizás menos todavía.
En aquellas ruinas donde sus labios se unieron por primera vez, algo quedará en el aire que siempre los mantendrá unidos. Al visitar ese lugar sentirán ese primer beso, ese abrazo sincero, ese ardor en el pecho...
Luego se despidieron, y más tarde Margarita lo invitó a su casa. Carolo faltó al trabajo ese día, haciendo uso de uno de sus días ganados para vacaciones, no podía ni quería despegarse de Margarita... ¡¡¡porque ahora le preocupaba mucho más Santiago!!!
Y como hasta ahora el ser sincero le había resultado, decidió planteárselo para que ella lo tuviera en cuenta.
Margarita le juró que jamás había tenido otras intenciones con Santiago y que podía estar tranquilo sobre su convivencia, porque además era muy poco tiempo el que pasaban juntos por cuestiones laborales. Carolo se conformó, por ahora, con la respuesta de Margarita, porque ella lo miraba así y él se derretía, pero seguiría teniendo esa espina, lo sentía en los huesos.
El resto de la tarde, ya saben, "cómo van a caber tantos besos en una canción", diría Sabina...
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